martes, 17 de abril de 2012

TELL ME WHY

Todo empezó con un por qué. Podemos llamarlo curiosidad, inquietud humana, ansia de conocimiento... o si lo preferís, paso del mito al logos. Y desde entonces no hemos parado de hacernos preguntas sobre todo lo que no rodea y lo que no. Por qué tiene esa cara, qué le ha llevado a ponerse esos zapatos, se puede saber dónde le han dicho que saliese así a la calle..? O cosas más trascendentes.

No sólo queremos saber. Llegamos a querer saber por qué pensamos que deberíamos plantearnos la remota pero a la vez existente posibilidad de tener que saberlo. Saberlo todo. Entenderlo todo. No pueden haber cabos sueltos, todo tiene que estar perfectamente atado de pies y manos. Y no sólo eso, si no que debe hacerlo con un nudo Windsor.

Pero hay días, y sobre todo preguntas, de los que tenemos el qué, tenemos dónde, cómo, cuándo, quién/quiénes... y seguimos sin tener nada únicamente porque no logramos responder al por qué. Todo lujo de detalles resultan ser nimiedades en comparación a la gran pregunta que muchas veces no somos capaces de responder, y que muchas otras, alguien es incapaz de respondernos. La gran pregunta capaz de cambiarlo todo.

Tal vez haya preguntas de las que es mejor desconocer la respuesta. Sólo por si acaso. Tal vez no sea lo que estamos preparados para escuchar, o lo que esperábamos. Tal vez. O quizás esa pregunta en blanco no deje de perseguirnos en busca de algo más. Si. En busca de ser resuelta.

Y mientras, solo queda permanecer sentado en la sala de espera de la verdad. Buscando la cura a la incomprensión. Como diría Sócrates, solo sé que no sé nada.