lunes, 4 de febrero de 2013
It's a cold and it's a broken hallelujah.
Rondaban las cinco de la mañana, fuera el viento gélido tenía danzando los toldos con las ramas. Se escuchaba algún coche, que a su paso resonaba en el asfalto empapado por una lluvia que no daba tregua a la ciudad. Dentro, el silencio era atronador, capaz de ahogar cualquier suspiro bajo su presencia. Capaz de imponerse al grito, al llanto, a la desesperación. Demasiado intenso como para perturbarlo. De golpe, como salido de la nada, se escuchó una voz. Quebrada, dulce, pálida. "Ya basta" fue todo lo que dijo. Nadie lo escuchó, nadie se inmutó. Ni ella. Nada. Fue una orden y una petición. La orden de alguien que se impone. La petición de alguien que no aguanta. El punto y final. O quizá el punto y coma. Suficiente de todas formas. En el sofá, una sombra. En la ventana, un reflejo. En el aire, un deseo. Puro. Sincero. Y en su corazón... no lo se. Quizá miedo. Miedo a esa noche y a todas las que vendrán. Alzó la mano, apartó un cristal de su mejilla. Alzó también la mirada, ya eran las seis. Un haz de luz atravesó sus ventanas. Y pensó "amanece, que no es poco". De golpe, se hizo de nuevo el silencio. Y todo aquel miedo, aquella lluvia de cristales, aquel anhelo... quedó oculto bajo una sábana.
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