lunes, 19 de marzo de 2012

Same old song.

Es increíble como de golpe y porrazo la vida te demuestra una vez más que no se anda con tonterías. Que cualquier instante es el último y que está dispuesta a demostrártelo estés preparado o no. Afortunadamente el hecho de estar aquí y ahora escribiendo esto es la demostración más palpable de no haberlo vivido en carne propia. Aun así, no se me olvida.

Todos lo hemos oído en más de una ocasión. Yo misma he escrito sobre ello en más de dos. Que si carpe diem que si vivere memento... cientos y cientos de citas en latín, de proverbios chinos, de frases de película que nos instan a vivir el momento. A no desaprovechar las oportunidades. Y sobre todo, a intentar no haber vivido en vano.

Porque sí, porque a todos nos aterra la idea de no ser eternos. Al menos no físicamente. Pero es algo que asumimos, que, por ahora (nunca digas nunca), es inevitable. Sin embargo existe la posibilidad de dejar huella. El cielo podrá existir para unos si y para otros no, al igual que la posibilidad de acabar reencarnado en hormiga o en el Dalai Lama según la manera de haber llevado tu efímera existencia. Pero hay algo en lo que todos creemos, en que alguien nos eche de menos llegado el momento. La eternidad reflejada en la mente de otra persona.

Quizás eso sea lo único que nos termina diferenciando. Creo en la igualdad, creo que, independientemente de nuestra forma de vida, a todos nos depara el mismo final; antes o después. Pero es cierto que no todos los finales por el hecho de serlo son iguales. La película puede acabar entre aplausos o con absoluta indiferencia, incluso puede que gane un Óscar si ha sido especialmente buena.

Parece obvio, parece una tontería. Es cierto que en líneas generales casi todo el mundo se lleva consigo al menos un "adiós", una lágrima o una sonrisa amiga. Pero existen muchas otras personas de las que nadie sabe ni su final. Son cifras, son estadísticas policiales o como decía Kansas  "polvo en el viento". Para unos cuantos, la vida de otro no vale un centavo.

Por eso hoy escribo esto. Porque, como dice una frase de un libro, mucha gente se va "de la peor de las maneras, sin una oración, sin una flor..." Va por todos ellos.

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