- ¿Te vendrías a vivir conmigo?
Ella lo vio claro. Lo vio todo. Vio tardes enteras gastadas en aquel colchón con el que tanto soñaba años atrás. El mismo colchón que servía de comedor, de pista de baile y de campo de batalla donde el único armamento permitido eran sus manos batiéndose en duelo. Llaves para dos. Una enorme lista de la compra pintada en una servilleta con más dulce que salado, más pasta que pescado... pero con menos hambre que deseo. Vio deseo. Y lo vio pintado por toda la casa. Cada pared, cada baldosa y cada rincón de aquel cuchitril al que solían llamar "hogar" impregnado de pasión, de besos, de caricias... en definitiva, de amor. Vio un viejo equipo de música en el salón siempre encendido, lleno de vida. Repleto de letras que decoraron cada uno de los meses previos a mudarse bajo el mismo techo. Letras que ahora les recordaban por qué decidieron hacerlo y por qué jamás se arrepentirían de ello. Ah, y un televisor que sólo podían utilizar para ver cine en blanco y negro. Vio días de frío invierno abriendo la puerta temblando y encontrándole a Él esperándola con un café caliente. Vio tardes probándose medio armario para recibirle de gala, con un disco de Sinatra y dos velas iluminando su espera. Le veía entrando por la puerta mirándola asombrado y arrancándole horas después el vestido que ella había escogido con tanto esmero. Vio peleas en la cocina, harina por los aires, aceite en la sartén... y dos amantes reconciliándose en el suelo. Vio viernes de pizza, sábados de "hoy cenamos fuera" y domingos de palomitas, manta y película. Lo vio todo. Vio su respuesta.
- Sí.
jueves, 21 de noviembre de 2013
martes, 12 de noviembre de 2013
Y nunca hablaron los diarios de Lady Madrid.
Todavía puedo recordar sus
botas. No había momento del día que no llevara aquellas botas negras desgatadas
de tanto caminar, las mismas que llevaba cuando la conocí. Las botas que se
alejaron lentamente de mí el día que me dijo adiós. Nunca supe por qué las
llevaba todo el tiempo, lloviera o hiciera el día más radiante que uno pueda
imaginar. Creo que era por si necesitaba salir corriendo, como un As bajo la
manga. Sí. Puede que fuera eso. En cierto modo creo que nunca logré que se las
quitara, porque nunca se sintió del todo segura a mi lado.
Pero no era sólo un par de
botas negras. Era mucho más. Lo era todo para mí. Era Amelie, la chica del bar
de la esquina, Margot, la dulce niña de papá. Era todas y cada una de las
mujeres que protagonizaban aquellas canciones, que robaban corazones, que
desteñían sonrisas, que reinaban sobre los tejados de Madrid. Lo era todo para
mi. Nunca imaginé que unos labios pudieran saber tanto a Rock’ n’ Roll, hasta
que probé los suyos. Aquellos labios que no han dejado de sonar como un vinilo
en mi cabeza desde entonces.
Puede que no fuera la más
linda. De hecho, puede que haya quien no encuentre un rastro de belleza en su
rostro. Pero yo encontré en su nariz el imán perfecto para mis labios, que se
posaban en ella con la delicadeza de quien toca una figura de cristal. Hallé en
su mirada un jeroglífico tan apasionante que no paré de intentar descifrarlo
desde el preciso instante en el que se cruzó con la mía. Y no soy un experto en
miradas, pero la suya tenía un sinfín de cicatrices que me obligaron a querer
protegerla contra viento y marea. Pero no se puede proteger lo que nunca se ha
tenido.
Todavía puedo recordar su
olor. Olía a tierra mojada. A tormenta. Olía como huele una casa un domingo por
la tarde, a hogar. Pero, por encima de todo, olía a libertad. Era tan libre,
tan salvaje… que no conozco red lo suficientemente fuerte como atraparla. Tan
salvaje como su melena, que tantas veces cubrió mis manos los días de frío.
Escribí una novela enredada en su cabello, pero nunca lo supo porque no tuve el valor
de decírselo.
Ahora estará corriendo.
Lejos de mi, salvaje, imparable, huidiza. Y no la olvido. Ni a ella, ni a sus
botas negras.
Todavía puedo recordarla.
Todavía puedo amarla.
Todavía.
miércoles, 25 de septiembre de 2013
EVEN IF YOU CANNOT HEAR MY VOICE.
Todavía puedo sentir tus manos. Aquellas manos desgastadas, llenas de historias, de pasiones, de horas de duro esfuerzo...tan llenas de ti. Todavía puedo sentir la fragilidad con la que se aferraban a las mías. Unas manos que ahora caminan solas, buscándote en cada muro de esta maldita ciudad.Todavía puedo sentir tu mirada. Posada en mi. Aquellos ojos repletos de un amor tan inmenso como el océano. La mirada más limpia que conozco. Los ojos más dulces que me han mirado. Todavía puedo sentir el universo que ocultabas bajo aquellas dos lunas que iluminaban hasta la más oscura de mis habitaciones.
Todavía puedo sentirte. En cada paso dado. Cada palabra dicha. Cada secreto oculto. Todavía puedo sentirte. En cada canción. En el viento. En mi piel. En los gestos de mi cara. En el mar. En lo más hondo de mi alma.
No estás y te veo. No me hablas y te siento. No volverás... y te quiero.
Todavía puedo sentirte. Puedo sentir tu amor. Amor que con todo y con nada, nunca acaba.
martes, 17 de septiembre de 2013
Supernova in the sky.
La noche cubrió las espaldas al día. Fuera, la ciudad dormía. Dentro, volvía la vida. La luz era tenue, el aire cortaba la respiración y la llama, ardía. Su mano, suave, tímida, ligera... rozó su cara. Dibujó un mapa en su espalda. Trazó cada carretera, cada bosque, cada playa. Primero, una sonrisa. Luego, una mirada. Sus manos bailaron un vals. Sus cuerpos flotaban en el agua. Él la acariciaba y ella le pintaba. Cada centímetro de distancia era un océano, pero ni el mar los separaba. Sus ojos se hablaban. Y sus bocas...sus bocas se miraban. Se acercaron, se estremecieron... se besaron.
Nunca supo tan dulce y al mismo tiempo tan amargo. Nunca lo sintió tan cerca...y al mismo tiempo tan lejano. Pero lo hizo, y nunca fue en vano.
Nunca pensó que podría hacerlo... y sin embargo.
Nunca supo tan dulce y al mismo tiempo tan amargo. Nunca lo sintió tan cerca...y al mismo tiempo tan lejano. Pero lo hizo, y nunca fue en vano.
Nunca pensó que podría hacerlo... y sin embargo.
jueves, 29 de agosto de 2013
BUTTERFLY FLY AWAY
Si el batir de alas de una mariposa podía desencadenar un
huracán en la otra punta del planeta… ¿Por qué sus preguntas no podían
conllevar una respuesta? Gritaba y gritaba. Pero nadie parecía oírla. Era como
un te quiero dicho bajo el agua. Como una promesa hecha a sus espaldas. La luna
en una noche nublada. Estaba ahí, e irrumpía con una fuerza descomunal de lo
más profundo de su alma pero… nada. ¿Qué era lo que necesitaba?
Si el batir de alas de una mariposa podía traspasar
fronteras… ¿Por qué ella no lograba romper aquella muralla? Tenía el arma.
Tenía el valor. Tenía la fuerza. Y lo que es más importante… tenía la
esperanza. Se aprendió cada palabra del Arte de la Guerra. Era sabia. Forjó la
espada. Incluso le puso armadura a su alma pero… nada. ¿Qué era lo que le
faltaba?
Si el batir de alas de una mariposa lo podía todo…. ¿Acaso
ella no podría hacer nada?
domingo, 25 de agosto de 2013
La Belle et le Bad boy.
Él la guiaba allá donde fuese. Quisiera o no quisiera. Estaba ahí. En cada palabra, en cada gesto, en cada mirada. No había bocanada de aire que no fuera suya, o suspiro que no provocara. Levantaba todas sus pasiones, desenterraba todo su dolor, guardaba todas sus esperanzas. La arropaba cuando tenía frío, sentía su miedo, vibraba por su alegría, temblaba por su pasión. Le inundaba el alma. De temor y de esperanza.
Él... y ella.
Y ella se dejaba. Por más que lo intentara, esa no era su lucha, ni podía ganar semejante batalla. Él la dominaba. Una fuerza eléctrica recorría su cuerpo cada vez que le escuchaba. Dos sentimientos, una decisión, y de golpe... nada. ¿Qué podía hacer? Era su esclava.
Él.... y ella.
De pronto, un vuelco. A continuación, un suspiro. Tocó su alma.
Ella lo sabía.
Él había tomado una decisión. Tenía la respuesta. Y no había nada que Ella pudiera hacer. Él lo tenía claro.
La Chica y su Corazón debían dar el siguiente paso.
Él... y ella.
Y ella se dejaba. Por más que lo intentara, esa no era su lucha, ni podía ganar semejante batalla. Él la dominaba. Una fuerza eléctrica recorría su cuerpo cada vez que le escuchaba. Dos sentimientos, una decisión, y de golpe... nada. ¿Qué podía hacer? Era su esclava.
Él.... y ella.
De pronto, un vuelco. A continuación, un suspiro. Tocó su alma.
Ella lo sabía.
Él había tomado una decisión. Tenía la respuesta. Y no había nada que Ella pudiera hacer. Él lo tenía claro.
La Chica y su Corazón debían dar el siguiente paso.
sábado, 20 de abril de 2013
El arte del volumen
Llega el buen tiempo y con él la oportunidad de quitarnos
las capas y la pereza, levantarnos del sofá, apagar el televisor y salir a una
ciudad que, como cada primavera, nos recibe con los brazos abiertos. Y como no,
con multitud de planes. Esta vez la magia madrileña nos traslada hasta la
galería EMMA (Emoción&Madrid) que hasta el 20 de abril nos ofrece la
posibilidad de descubrir las “Pinturas volumétricas” del artista catalán
Joaquim Falcó.
Adentrarse en el universo 3D de Falcó implica transportarse
hacia la búsqueda de la vida en la cotidianeidad de los objetos más mundanos.
Una bombilla o una botella de Coca-Cola como excusa para descubrir el color, la
luz y el movimiento. Todo ello envuelto en el espacio de un lienzo, un lienzo
que ahora refleja una intensidad nunca antes vista. Paradógico cuanto menos al
resultarse de lo que en el arte se conoce como “naturalezas muertas” que en
este caso parecen estar más vivas que nunca.
25 obras a través de las cuales Joaquim Falcó conecta con el espectador. Una conexión que, a primer golpe, se establece por la relación que cada uno podemos tener del objeto respecto a nuestro día a día, pero que automáticamente pasa a otro nivel al producirse el impacto del color con el que el artista pretende llegar a nosotros. 25 obras que nos muestran la explosión del volumen y las texturas. Totalmente alejado de convencionalismos, la intimidad de la mirada de Falcó lleva el arte a cualquier rincón de nuestra percepción.
Como si de un Warhol tridimensional se tratara, comprendemos
la naturalidad de unos objetos que, reflejados a través de las manos de este
artista, ahora brillan con luz propia. Y, cual Eddie Sedgwick, puedes sumergirte en esta forma tan innovadora de entender la expresividad en el arte en ese aura del pop-art que nos traslada la atmósfera de Studio 54 a las calles de Madrid.lunes, 4 de febrero de 2013
It's a cold and it's a broken hallelujah.
Rondaban las cinco de la mañana, fuera el viento gélido tenía danzando los toldos con las ramas. Se escuchaba algún coche, que a su paso resonaba en el asfalto empapado por una lluvia que no daba tregua a la ciudad. Dentro, el silencio era atronador, capaz de ahogar cualquier suspiro bajo su presencia. Capaz de imponerse al grito, al llanto, a la desesperación. Demasiado intenso como para perturbarlo. De golpe, como salido de la nada, se escuchó una voz. Quebrada, dulce, pálida. "Ya basta" fue todo lo que dijo. Nadie lo escuchó, nadie se inmutó. Ni ella. Nada. Fue una orden y una petición. La orden de alguien que se impone. La petición de alguien que no aguanta. El punto y final. O quizá el punto y coma. Suficiente de todas formas. En el sofá, una sombra. En la ventana, un reflejo. En el aire, un deseo. Puro. Sincero. Y en su corazón... no lo se. Quizá miedo. Miedo a esa noche y a todas las que vendrán. Alzó la mano, apartó un cristal de su mejilla. Alzó también la mirada, ya eran las seis. Un haz de luz atravesó sus ventanas. Y pensó "amanece, que no es poco". De golpe, se hizo de nuevo el silencio. Y todo aquel miedo, aquella lluvia de cristales, aquel anhelo... quedó oculto bajo una sábana.
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