jueves, 21 de noviembre de 2013

Tell me you love me, come back and haunt me.

- ¿Te vendrías a vivir conmigo?

Ella lo vio claro. Lo vio todo. Vio tardes enteras gastadas en aquel colchón con el que tanto soñaba años atrás. El mismo colchón que servía de comedor, de pista de baile y de campo de batalla donde el único armamento permitido eran sus manos batiéndose en duelo. Llaves para dos. Una enorme lista de la compra pintada en una servilleta con más dulce que salado, más pasta que pescado... pero con menos hambre que deseo. Vio deseo. Y lo vio pintado por toda la casa. Cada pared, cada baldosa y cada rincón de aquel cuchitril al que solían llamar "hogar" impregnado de pasión, de besos, de caricias... en definitiva, de amor. Vio un viejo equipo de música en el salón siempre encendido, lleno de vida. Repleto de letras que decoraron cada uno de los meses previos a mudarse bajo el mismo techo. Letras que ahora les recordaban por qué decidieron hacerlo y por qué jamás se arrepentirían de ello. Ah, y un televisor que sólo podían utilizar para ver cine en blanco y negro. Vio días de frío invierno abriendo la puerta temblando y encontrándole a Él esperándola con un café caliente. Vio tardes probándose medio armario para recibirle de gala, con un disco de Sinatra y dos velas iluminando su espera. Le veía entrando por la puerta mirándola asombrado y arrancándole horas después el vestido que ella había escogido con tanto esmero. Vio peleas en la cocina, harina por los aires, aceite en la sartén... y dos amantes reconciliándose en el suelo. Vio viernes de pizza, sábados de "hoy cenamos fuera" y domingos de palomitas, manta y película. Lo vio todo. Vio su respuesta.

- Sí.

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